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La  UE y el resto del mundo deben de reaccionar ante la tragedia en Lampedusa.

 La UE y el resto del mundo deben de reaccionar ante la tragedia en Lampedusa.

Esta semana, Europa ha sido testigo de la tragedia que se desarrolla a pocos metros de sus orillas , en la isla de Lampedusa.
Es sólo un capítulo más de la lucha continua de los seres humanos, muchos de los cuales se ven privados de las condiciones básicas de la vida y del respeto de los derechos humanos en sus países de origen, que ven en Europa un lugar donde poder trabajar y vivir, sólo con la esperanza de conceder a sus familias un futuro de normalidad y prosperidad.
Las esperanzas y los sueños de miles de esos hombres y mujeres terminan con frecuencia en manos de los traficantes, que construyen sus fortunas con las vidas destrozadas de los desesperados inmigrantes. Europa no puede permanecer como un mero espectador ante esta tragedia.
Fue en Europa donde por primera vez el concepto de derechos civiles fue separado del de ciudadanía, subrayando que todos los hombres y mujeres, independientemente de su nacionalidad, poseen unos derechos fundamentales que deben ser protegidos.En el preámbulo de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, las naciones europeas han dejado claro que “la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad” y que “el disfrute de tales derechos origina responsabilidades y deberes tanto respecto de los demás como de la comunidad humana y de las futuras generaciones”.
Es hora de que la Unión Europea demuestre que esas no son palabras huecas y carentes de sentido. Miles de seres humanos sufren en las puertas de Europa y nosotros no podemos permanecer impasibles. La muerte de los refugiados que tratan de llegar a la UE es el resultado directo de la política de blindar Europa contra los refugiados y los inmigrantes. Para abordar realmente este problema debemos reclamar una revisión general de la política europea enmatéria de inmigración. Esta no debe basarse exclusivamente en la seguridad, sino también -y sobre todo – en razones humanitarias. Ello requiere un cambio fundamental en las leyes sobre inmigración así como en los derechos de los los refugiados.  Es necesario, entre otros aspectos, la asistencia a los inmigrantes que alcanzan territorio europeo no sólo cuidando que lo hagan a bordo de naves seguras para cruzar el mar. Además, es precisa la adopción de medidas para garantizar que los refugiados tengan acceso a la educación
y la formación profesional, indispensables para integrarse en las sociedad y en su mercado de trabajo, lo que garantiza que no vayan a depender exclusivamente de bienestar social.El reto que supone la integración debe y puede ser enfrentado por una acción conjunta de todas las naciones civilizadas del mundo. Debe ser acompañada con la ayuda activa al desarrollo de los países de origen y la represión efectiva de todo tipo de trata de personas.
En su objetivo de promover el respeto de los derechos humanos sin distinción de raza, nacionalidad o ciudadanía, MEDEL insta a las instituciones de la UE ya los Estados miembros a actuar de inmediato, estableciendo unas leyes de inmigración claras y justas, que eviten más tragedias como la ocurrida en Lampedusa.

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