Hoy -1 de septiembre de 2015- no es un buen día para la Justicia ni para la transparencia que la ciudadanía reclama de las decisiones gubernamentales en España. Hoy entra en vigor y comienza a surtir efectos jurídicos la componenda cristalizada el 30 de julio entre el Gobierno y el ex Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, en virtud de la cual se declara su situación de excedencia voluntaria en la Carrera Fiscal por interés particular, interés que no es otro que engrosar las filas de un conocido despacho de abogados, soslayando claramente el artículo 15 de la Ley 3/2015, de 30 de marzo, reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado que determina un plazo de incompatibilidad de dos años posteriores al cese para prestar servicios en entidades privadas.
Desde la Unión Progresista de Fiscales entendemos seriamente preocupante y así lo denunciamos públicamente que el ex Fiscal General del Estado sea autorizado por el Gobierno para ejercer la abogacía tras su abandono del cargo de máxima autoridad del Ministerio Público el mes de diciembre de 2014, sin hacer uso -además- de la garantía de autonomía que el Estatuto del Ministerio Fiscal le reconoce.
El conocimiento que tiene un Fiscal General del Estado sobre investigaciones en curso propias o ya judicializadas debe resultar absolutamente incompatible con el ejercicio inmediatamente posterior de la profesión de letrado. Así las cosas, consideramos profundamente censurable que el caudal de conocimientos e información que el ex Fiscal General adquirió en el ejercicio de su cargo pueda ser puesto ahora al servicio de la defensa de quienes el Ministerio Público investigue o acuse posteriormente.
Un comentario
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