1. La UPF no necesita valorar, porque se define por sí mismo, el hecho de que la Asociación de Fiscales, no contenta con abstenerse de apoyar al candidato votado por los otros vocales del Consejo, tenga la necesidad de descalificar profesionalmente a los demás solicitantes de la plaza, considerándolos absolutamente inhábiles para el cargo al que aspiraban.
2. Sorprende que se critique con tanto énfasis la supuesta presión ejercida sobre el que parece ser su candidato, Sr. Silva, descalificando por consiguiente su propia capacidad de resistir a una presión como la que afirman que ha sufrido. En mal lugar deja la Asociación de Fiscales a un Fiscal a quien tanto dice valorar, cuando, pese a tener un apoyo tan abrumador como el que le muestran, le juzgan incapaz de afrontar tales supuestas presiones. Y pobre opinión demuestra de ese modo la Asociación sobre la capacidad del Sr. Silva para ser Fiscal Jefe de Madrid, cargo sometido sin duda alguna, y de manera cotidiana, a presiones muy considerables, y de la más diversa índole, incluida desde luego la que puede suponer discrepar de un Fiscal General del Estado o reaccionar ante una llamada suya.
Por otra parte, la afirmación de que otros candidatos de la Asociación se han abstenido de solicitar la plaza porque la valía y antigüedad del Sr. Silva hacía inviable su solicitud, resulta insólita, salvo recordando tiempos en que los cargos del Ministerio Fiscal, en lugar de proponerse por el Fiscal General del Estado oído el Consejo Fiscal, se proponían por el Fiscal General del Estado oídos el Gobierno y los jefes de la Asociación de Fiscales. Y así se nombraron en ese tiempo fiscales mucho más modernos, con menos “antigüedad y trayectoria profesional” no ya que otros candidatos, sino incluso que el que llevaba años ocupando el cargo. Así, por ejemplo –y podrían ponerse unos cuantos más- con la inestimable colaboración de la Asociación de Fiscales se sustituyó en su día al Sr. Fernandez Bermejo, actual Ministro de Justicia, por otro Fiscal muchísimo más moderno, Sr. Moix, sin que a estas alturas la Asociación haya estimado conveniente explicar las razones “profesionales” de aquella actuación suya. Entonces no valoró demasiado ni la antigüedad de aquel Fiscal Jefe, ni su capacidad de resistir a la presión, no ya frente a un Fiscal General del Estado, sino a un Ministro de Justicia, a la sazón Sr. Michavila.
3. Resulta igualmente sorprendente que no se subraye con el mismo énfasis la propuesta de nombramiento, también hoy mismo, del presidente y de un expresidente de la Asociación de Fiscales para los cargos de Fiscal Jefe de Las Palmas y Barcelona, respectivamente, siendo por cierto el primero, Sr. García Panasco, el más moderno de los solicitantes (muchísimo más moderno que el propuesto para la Jefatura de Madrid), de manera que tanto la adscripción ideológica como la valoración de la antigüedad en la carrera fiscal parecen medirse con rasero distinto, una vez más, según quien sea el beneficiario.
4. Llama igualmente la atención el hecho de que en su comunicado la asociación de fiscales no destaque que de todos los nombramientos propuestos en el día de hoy, la gran mayoría, entre los que cabe destacar –como se ha dicho- la Fiscalía de Las Palmas, la de Coruña, la de Barcelona, la de Granada y la deZaragoza hayan correspondido a fiscales de esa asociación.
5. Seguramente tales omisiones pueden deberse a que los representantes de la Asociación de Fiscales suelen estimar que pertenecer a la misma es un mérito profesional determinante, y no formar parte de ella un demérito insalvable, lo que probablemente explique su enfado por el hecho de no haber copado también la Fiscalía de Madrid, debido a la defección voluntaria de su candidato, sin duda muy antiguo en la carrera, pero perfectamente ajeno hasta ahora a esa complicadísima Fiscalía.
Candidato al que, por cierto, jamás ha apoyado la Asociación de Fiscales cuando tenía posibilidades reales de acceder a un cargo de los que ha solicitado en los últimos años, anteponiéndole otros aspirantes mucho más modernos de su propia asociación; y habiéndose limitado, eso sí, en casos idénticos al que nos ocupa, a darle su voto cuando, conscientes de que existía un candidato mejor, pero más moderno, su concurrencia podía suponer un coste artificiosamente añadido a la decisión del Fiscal General del Estado.
Tras haber repetido esa actuación varias veces, la Asociación de Fiscales debería preguntarse o preguntar al afectado si tal vez la retirada de éste no ha podido obedecer, más que a la presión de nadie, a la lógica desconfianza derivada de esa experiencia, que de nuevo podía traducirse en el triste trance de verse utilizado, en el sentido literal del término, al servicio de una política de oposición –en el estricto sentido del término político– al Fiscal General y al Gobierno, y no verdaderamente apoyado para ejercer una función vital para el funcionamiento del Ministerio Fiscal.
En fin, resulta evidente que la defensa de los intereses de esta institución y de sus miembros que se arrogan los representantes de la Asociación de Fiscales no es compatible con la descalificación y el desprecio, por motivos estrictamente sectarios, de quienes no comparten sus criterios o no obedecen sus consignas. Ese es el sentido de la responsabilidad al que nos tienen acostumbrados algunos de los representantes de dicha Asociación, que dota de la correspondiente credibilidad a sus juicios de valor.
Por último la UPF felicita a todos los excelentes profesionales –sin distinción de adscripción asociativa- que en el día de hoy han obtenido el apoyo del Fiscal General del Estado, oído el Consejo Fiscal, para desempeñar responsabilidades de gran trascendencia para el Ministerio Público.
SECRETARIADO PERMANENTE DE LA UPF
VALENCIA 19 de febrero de 2008