“UN FISCAL ATÍPICO Y SUBVERSIVO”
(21-06-08, Las Provincias)
ÁNGEL BARTOLOMÉ, ALICANTE. La imagen de profesor despistado que siempre le acompañó dejaba ver a un hombre muy inteligente, trabajador y profundamente de izquierdas. Miguel Gutiérrez Carbonell, cuyo hermano hermano era constructor de hogueras, dedicó su vida al Derecho. Primero como oficial, luego como secretario y finalmente como fiscal. Gutiérrez era una persona inquieta, compleja, que escribía ensayos sobre Derecho o publicaba el proceso al poeta Miguel Hernández.
Luego estaba su faceta pedagógica. Buena parte de los fiscales y magistrados de Alicante que rayan los cincuenta, tuvieron al fiscal Gutiérrez como preparador, faceta a la que dedicaba buena parte de las tardes. Por la mañana era fácil verle en su despacho de la Audiencia, al final del pasillo de la Fiscalía, puerta con puerta al del fiscal jefe.
Gutiérrez se autodefinió como hombre de izquierdas un día en que desde el Ayuntamiento le tildaron de fiscal rojo. Pero no fue hasta el discurso con el que cerró su cena de jubilación cuando se presentó como «fiscal atípico, poco apegado al concepto funcionarial, subversivo e indisciplinado en épocas pasadas».
Es difícil pensar que un hombre que en los últimos años paseaba a su nieto por el paseo del Postiguet con su habitual parsimonia hubiera sido un subversivo. Pero lo cierto es que sí que estaba muy distante del concepto de funcionario habitual. Trabajaba fundamentalmente en casa. Las mañanas en la Audiencias las perdía en llamadas telefónicas y visitas. Sus perfectas calificaciones fiscales, bien escritas y sus maravillosos informes finales en las vistas orales eran deliciosos.
Fueron muchos los estudiantes o abogados que acudían a los juicios simplemente para escucharle. Algunos le echaban en cara que parecía un sacerdote en una homilía. No les faltaba razón. Pero era un hombre tan sabio, tan solidario, tan justo, que era una gozada escucharle.
Escribió el ensayo jurídico Proceso y expediente contra Miguel Hernández, pero redactó también, junto con el catedrático de la UNED Enrique Gimeno Sendra el borrador de la Ley del Jurado Escabinado por encargo del entonces ministro de Justicia, Fernando Ledesma. Él, un demócrata convencido, era partidario del jurado mixto, compuesto por ciudadanos y juristas.
Su carácter se podía ver en su forma de trabajar: siempre con la puerta abierta. Su didáctica forma de hablar permitía sintetizar de modo admirable cualquier farragoso concepto jurídico.
Era un hombre sencillo que solía coronar el trabajo de la mañana con un vaso de vino con su amigo de siempre el magistrado Faustino de Urquía.
Destapó un caso de corrupción judicial en la Audiencia de Alicante en 1986 ya como teniente fiscal. En los últimos años de su carrera como funcionario asumió el cargo de fiscal encargado de la lucha contra la siniestralidad laboral.
Sus inicios en el Derecho empezaron en 1957 como oficial de sala. En 1962 fue nombrado secretario general de la Audiencia de Alicante y al acceder a la carrera fiscal fue destinado a Lleida, donde fue jefe dos años. En 1976 regresó a Alicante, ciudad que ya no abandonaría hasta su jubilación en 2004. Era por supuesto miembro de Justicia Democrática, desde mucho antes que esta asociación de juristas progresistas fuera legalizada. «De ahí que se autocalificara como un fiscal subversivo e indisciplinado».
Era un fumador clásico. De los de puro y pipa. En los descansos de los juicios corría a su despacho en busca de un habano. Era pues un hombre fácil de encontrar, sobre todo para los periodistas, a los que siempre trató con una educación que sólo una persona tan respetuosa como él podía dispensar. Gutiérrez deja a sus familiares, amigos y compañeros y a sus alumnos el amor por el Derecho, la pasión por la solidaridad y el trabajo por una sociedad más igualitaria.
Era un hombre culto, preparado y valiente. Nunca ocultó sus ideas ni en el franquismo ni en la restauración democrática. Algunos le llamaban radical pero era un hombre sencillo, trabajador que a través de la ley quiso mejorar el mundo.